Hora de comer sano porque el Día de la Nutrición ha llegado. Conmemorado el día 28 de mayo de cada año, este día nos recuerda que para llevar una vida saludable es necesario mantener un balance en la dieta. Aunque no lo parezca, nuestra alimentación puede impactar en muchas áreas de nuestra vida: desde lo físico, fisiológico y mental; incluso puede impactar en nuestro bolsillo. Para conmemorar este día de frutas y verduras, revisemos juntos alimentos asociados al cáncer, aquellas comidas que pueden hacer que nuestras células se salgan de control y formen un tumor.
Alcohol
¿Quién no disfruta de unas frescas cervezas o un elegante vino? El alcohol es una de las bebidas más consumidas en el mundo, ocupando el segundo lugar (el agua es el primero, si te lo preguntabas). Aunque el alcohol es ampliamente consumido, a diferencia del agua pura y simple, se considera como un alimento que puede causar cáncer.
El alcohol tiene la desdicha de contener etanol, y el cuerpo no es muy eficiente al metabolizarlo. Más allá del malestar de la resaca, el etanol se convierte en acetaldehído en el hígado. Este compuesto químico es el verdadero carcinógeno, ya que tiende a pegarse al ADN y formar aductos de ADN. Estos aductos cambian la estructura del ADN, impidiendo que ciertos genes se activen y evitando que el ADN se pueda regenerar o arreglar. Todo esto facilita que una célula sufra una mutación y se vuelva maligna.
¿Quiere tu cuerpo matarte? En realidad, no. Lo que el hígado intenta es sacar el alcohol del cuerpo, y para lograrlo debe convertirlo en acetato. No obstante, antes tiene que pasar por acetaldehído. Mala suerte que esta molécula especialmente propicia el cáncer de esófago, hígado y cavidad oral. Si quieres reducir el riesgo de cáncer por alcohol, lo mejor es beber con moderación. Sigue la recomendación de una copa al día para mujeres o dos copas al día para hombres. ¡Recuerda, no vale juntar copas durante la semana! Si un día no bebiste, no significa que el próximo puedas beber cuatro o más copas.
El alcohol se asocia al cáncer por ser metabolizado a acetaldehído, molécula que daña al ADN.
Carne roja
Hay controversia sobre si la carne roja está relacionada con el cáncer, ya que los estudios no siempre pueden confirmar una conexión clara. A pesar de ello, gran parte del personal de salud la considera carcinogénica. Sin embargo, actualmente, se clasifica como un carcinógeno probable o de tipo A2 en la escala IARC de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer.
Lo mejor respecto a las carnes rojas es consumirlas con moderación, no sólo por su potencial rol en el cáncer, sino también porque contienen altas cantidades de grasas saturadas, las cuales impactan en la presión arterial, peso y diabetes. Según las guías nutricionales, se recomienda limitar el consumo de carnes rojas a una o dos veces por semana. Mientras que los demás días, la proteína debería venir de aves o pescados.
La razón por la que las carnes rojas se asocian a una mayor probabilidad de desarrollar cáncer, especialmente de testículo, colón y recto, es su alto contenido de nitrosaminas y grupos hemo. En el sistema digestivo, las nitrosaminas se activan gracias a enzimas metabolizadoras. Estas moléculas tienden a dañar el ADN. Aunque nuestro ADN puede repararse y regenerarse, cada vez que se rompe existe el riesgo de que mute y las células se salgan de control. Por otro lado, los grupos hemo son parte de la sangre y el músculo. Cuando el grupo hemo se digiere, forma compuestos que provocan roturas, oxidación y aductos de ADN, de los que ya hablamos. Todo ello facilita la aparición de cáncer.
La carne roja se asocia al cáncer por sus contenidos nitrosos.
Carne “bien cocida” o recalentados
Aunque no estamos completamente seguros de si la carne roja causa cáncer, cocinarla demasiado o recalentarla varias veces aumenta el riesgo de cáncer. A muchas personas no les gusta ver sangre en su carne, ni nos gusta desperdiciar alimentos o, a veces, cocinamos demasiado, por lo que la carne pasa más tiempo a altas temperaturas. Cuando las carnes se exponen a altas temperaturas, algunas moléculas reaccionan entre sí para crear compuestos químicos nuevos.
Las aminas heterocíclicas se originan de la creatinina, azúcares y aminas. Estas últimas son los bloques de construcción de las proteínas. Cuando estos tres elementos reciben suficiente calor, cambian su estructura química y forman aminas heterocíclicas. Estas nuevas moléculas son capaces de unirse al ADN y formar los temibles aductos, que, si recuerdas, dañan al ADN y evitan su reparación, por lo que es más sencillo que una célula mute.
Obviamente, debes cocer las carnes para evitar infecciones estomacales; algunas de ellas son peligrosas. Sin embargo, calcinar las carnes tampoco es sano. La mejor recomendación es no dejar las carnes rojas “bien cocidas”, sino tres cuartos o término medio. En cuestión de pollo, verificar que no esté rosa y no sangre. Revísalo introduciendo un tenedor o palillo. Si no cuenta con estas dos características, el pollo está listo, no tienes que dejarlo negro. También es importante no recalentar por mucho tiempo la comida ni recalentarla varias veces. Mejor recalienta sólo lo que vas a consumir y no todo el platillo.
Aunque muchos prefieren la carne sin una gota roja, cocinar carnes a altas temperaturas genera moléculas procancerígenas.
Todo lo ultraprocesado
Todas tenemos antojos, y a menudo, mientras recorremos el supermercado vamos agregando cosillas que nos hacen salivar: papas fritas, pastelillos, pizzas congeladas, nuggets, banderillas, dulces, panques; todos tienen su debilidad. En otros casos, los alimentos ultraprocesados pueden ser simplemente la opción más conveniente; a veces el tiempo no está de nuestro lado. Sea antojo o necesidad, estos alimentos incrementan nuestro riesgo de cáncer.
La pregunta no es: ¿qué tienen estos alimentos?, sino: ¿qué no tienen? Los alimentos ultraprocesados contienen moléculas e ingredientes que simplemente no se encuentran en tu cocina o en la de un restaurante artesanal. Contienen aditivos, conservantes, colorantes y moléculas alteradas como: el aceite hidrogenado o el almidón modificado. Además, estos alimentos contienen altas cantidades de azúcares y grasas, las cuales propician la obesidad, las cuales promueven la obesidad, asociada al cáncer por causar inflamación crónica. Fuera de su potencial engordador, todos los aditivos están relacionados con el cáncer. Son muchas moléculas distintas y cada una tendrá su clasificación IARC, pero hasta el 2023, la Organización de las Naciones Unidas, junto con un estudio multinacional, ha clasificado a los alimentos ultraprocesados como carcinogénicos.
¿Qué puedes hacer? La realidad es que puedes hacer poco. Lo mejor es intentar disminuir tu consumo de esta clase de alimentos, aunque es difícil. En la actualidad, la mitad de lo que comemos por día viene de alimentos ultraprocesados. Nuestra cultura y sociedad también han cambiado y muchas veces cocinar no es tan simple. Lo mejor es planear tus comidas e intentar consumir menos alimentos ultraprocesados, porque lograr quitarlos del todo es muy complejo.
La comida procesada, aunque deliciosa y fácil, está llena de moléculas que se asocian al cáncer.
Avena, cereales, arroz y harina de maíz
¿Por qué están estos alimentos saludables aquí? Estos granos sí son sanos y sí debes consumirlos, pero las empresas que los producen y el sector agrario deben cooperar. Los granos de los cereales tienden a contaminarse con hongos mientras son cosechados, almacenados o distribuidos. Estos honguitos son microscópicos, pero producen uno de los cancerígenos más potentes que conocemos: las aflatoxinas.
Las aflatoxinas son moléculas capaces de alterar la estructura del ADN. Causan lo que se conoce como alquilación, un evento donde una molécula que no forma parte del ADN se une a él. Posteriormente, esta molécula interactúa con otras partes del ADN y forma enlaces químicos que alteran su estructura. El ADN se debe poder abrir, como un cierre, para que proteínas entren a activar genes, arreglarlo o a replicarlo. La alquilación del ADN impide que se pueda abrir. Ante este suceso, la célula tiene dos opciones: suicidarse o intentar arreglarlo. Cada vez que se arregla el ADN, hay probabilidad de mutar, ya que se puede cambiar el código genético de la célula.
¿Cómo puedes combatir las aflatoxinas? Personalmente, tus opciones son limitadas; ni el calor, ni el frío, ni los desinfectantes destruyen a las aflatoxinas. Puedes contribuir guardando adecuadamente tus cereales y no dejarlos almacenados por mucho tiempo. La responsabilidad de evitar estos hongos y sus toxinas recae en el gobierno y empresas. El gobierno debe poner buenas pautas y leyes para que los productos con granos contengan la menor cantidad de toxinas posibles. Por otro lado, las empresas deben seguir las recomendaciones, leyes e intentar reducir al máximo el número de toxinas en sus productos. Es importante mantenerse atento a los avisos de tu órgano de regulación alimentaria y salud. En el caso de México, la COFEPRIS cumple este rol. Si se detecta un alimento alto en estas moléculas cancerígenas, se notificará al público y se retirará el producto del mercado, además de proporcionar ayuda a la población afectada.
Es inevitable que los cereales y granos contengan aflatoxinas. No obstante, las leyes y buenas prácticas agrarias deben evitar que consumamos más de lo recomendado.
Nanolab y Trueonco te recuerdan la importancia de una alimentación balanceada y evitar aquellos alimentos que puedan perjudicar tu salud. Nuestra línea Trueonco, nuestra en oncogenética, se enfoca en diagnósticos genéticos para medicina personalizada y la creación de pronósticos basados en las mutaciones genéticas específicas de cada tumor. Sin embargo, Nanolab te quiere sano, por lo que te recomienda consumir con moderación alimentos asociados al cáncer para que reduzcas tu riesgo y evites este grupo de enfermedades.
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