¿Eres de las personas que aman a los gatos? Hay de todo: los perrunos, los gatunos y a los que no les va ninguno. Si eres del equipo minino, ¡perfecto! Los gatitos son tiernos, sus sonidos son mucho más adorables que los de los perros (pocos se quejan de los ronroneos y “miaus”) y son mucho más independientes; posiblemente tu gato anda rondando por el vecindario y vuelve cuando siente ganas. Aunque los gatos son una gran mascota, como con cualquier animalito, hay que tener ciertos cuidados. En esta ocasión, Nanolab y Nanocare te cuentan sobre los gatos, el embarazo y un parásito que puede ser muy problemático, incluso peligroso durante esta época. Conoce al parásito Toxoplasma gondii y sus riesgos durante el embarazo.
El parásito Toxoplasma gondii
Es un poco injusto llamar al parásito Toxoplasma gondii un problema puramente gatuno, ya que casi cualquier animal de sangre caliente puede infectarse con él. Sin embargo, este bicho desea llegar a un gato, su residencia final. Si no sabes mucho de parásitos, puede que te confundas con esto de que un parásito quiere llegar a un lugar específico, pero te explico.
Los parásitos tienen vidas complejas y pasan por distintos estadios de vida. Imagínalo como una oruga que se transforma en una mariposa: se alimentan de diferentes cosas, se ven diferentes y los encuentras en distintos lugares, pero son, en esencia, el mismo ser. Los parásitos llevan un ciclo de vida en el que van infectando diferentes seres hasta llegar a su hospedero final. Por ejemplo, la malaria, otro parásito, quiere llegar a los humanos y para hacerlo usa un intermediario, el mosquito. El mosquito pica a alguien infectado, se infecta y pasa la infección a otra persona. La malaria no quiere llegar a un mosquito, desea llegar a otra persona, pero un mosquito es un gran taxi. Toxoplasma gondii es similar: un gato infectado defeca los huevos del parásito, el suelo se contamina, algún roedor pasa por ahí, se infecta, y cuando un gato se come a ese roedor, se infecta. A grandes rasgos, este es el ciclo de este parásito. Claro que Toxoplasma gondii puede infectar a muchos animales en su intento por llegar a un gato.
El toxoplasma gondii puede infectar a muchos animales, pero su destino final es un gato. Sin embargo, la mayoría de las personas no se infecta por culpa de un minino.
Una persona promedio no se infecta por un gato, sino por agua contaminada con heces de gato u otro animal infectado, por comer carne poco cocida (recuerda que casi cualquier animal de sangre caliente se puede infectar) o por consumir frutas y verduras contaminadas. Aun así, tener un gato, más si es de los rebeldes y libres que se pasea por el vecindario, es un riesgo. Si eres una persona común y corriente con un sistema inmune normal, infectarte no te causará mucho; es probable que ni lo notes. Un tercio del planeta se ha infectado con Toxoplasma gondii. Sin embargo, si estás embarazada, este parásito es peligroso. No es un riesgo para mamá, pero sí para el bebé o, mejor dicho, un feto.
La toxoplasmosis durante el embarazo
Toxoplasma gondii causa la enfermedad llamada toxoplasmosis. Como mencioné anteriormente, en personas con un sistema inmune competente no causa muchos problemas, pero en personas inmunodeprimidas puede resultar en enfermedades graves. Para que tu cuerpo pueda combatir este parásito, requiere de linfocitos T. Una madre seguramente los tendrá listos, pero un feto no, ya que su sistema inmune aún no está maduro.
Los fetos están protegidos por una barrera inmunológica conocida como placenta. Este órgano fetal actúa como una muralla muy selectiva que no deja pasar ciertas moléculas, bacterias, virus y parásitos. No obstante, no es infalible, y varias sustancias y seres logran traspasarla. El Toxoplasma gondii es uno de esos organismos que puede sortear la placenta y adentrarse en el cuerpo del feto. Los bebés y los fetos no tienen el sistema inmune completamente desarrollado, ya que este se desarrolla durante los primeros años de vida. Cuando el Toxoplasma gondii logra llegar a un feto, se encuentra con un cuerpo muy desprotegido y fácil de infectar.
Los glóbulos blancos son los encargados de protegernos, pero tardan unos años en aprender a hacerlo de manera efectiva.
Dependiendo del trimestre en el que ocurra la infección, el riesgo varía. En el primer trimestre del embarazo, es menos probable que el Toxoplasma gondii llegue al feto; sin embargo, si lo hace, las consecuencias pueden ser graves. Durante este periodo, la toxoplasmosis congénita puede causar severos daños al sistema nervioso del feto. Algunos síntomas incluyen:
Hidrocefalia, o la acumulación de líquido en el cerebro.
Microcefalia, o una cabeza pequeña.
Calcificaciones cerebrales, que se pueden considerar como cicatrices.
Coriorretinitis, la inflamación de la retina y los vasos sanguíneos del ojo, que puede resultar en ceguera.
Estrabismo.
Discapacidad mental.
Discapacidad motora, ya que el cerebro es necesario para el control muscular.
Epilepsia.
En algunos casos, puede resultar en aborto espontáneo.
Sin duda, una infección en el primer trimestre de embarazo es grave, aunque rara. Es más probable que un feto se infecte durante el último trimestre del embarazo. Aunque es más fácil infectarse durante este período, la gravedad suele ser menor. Los fetos que se infectan durante el último trimestre a menudo presentan principalmente daño ocular. Es común que al nacer parezcan sanos, pero con el tiempo pueden desarrollar síntomas visuales, e incluso ceguera en la adultez.
La ceguera es uno de los mayores riesgos de la toxoplasmosis congénita.
Cómo se detecta la toxoplasmosis en el embarazo
Aunque la toxoplasmosis puede ser una enfermedad grave durante el embarazo, actualmente no hay un consenso claro sobre el enfoque a seguir. Existen tratamientos, pero la detección es el verdadero reto. En muchos países, no se realiza tamizaje a las mujeres embarazadas debido al costo y a que la enfermedad no se considera común. Por ejemplo, en Estados Unidos no se tamiza a las embarazadas. En ciertos países, sólo se tamizan zonas de riesgo; por ejemplo, en Canadá el tamizaje se realiza únicamente en ciertas áreas de Quebec. En otros países, como Francia, toda mujer embarazada o en busca de estarlo recibe un tamizaje.
La prueba diagnóstica busca identificar qué anticuerpos tiene una persona frente al parásito. Los anticuerpos son proteínas que el sistema inmunitario produce para defender el cuerpo contra infecciones. Existen cinco tipos: IgA, IgD, IgM, IgG e IgE. A continuación, te cuento un poco sobre cada uno.
IgA: Se encuentra en las mucosas y el moco del sistema respiratorio y digestivo. También está presente en la saliva y lágrimas.
IgD: Ayuda a los linfocitos B, las células que producen anticuerpos, a funcionar correctamente, aunque su función concreta aún es algo misteriosa.
IgE: Está asociado con las alergias.
IgM e IgG: Son los pesos pesados de la inmunidad y los más eficientes para combatir infecciones. IgM se forma durante las infecciones agudas o recientes, mientras que IgG es el anticuerpo de memoria que evita que te enfermes del mismo bicho otra vez.
Para el diagnóstico, se busca identificar la presencia de anticuerpos IgM o IgG. Una persona que no tiene anticuerpos IgM ni IgG contra el Toxoplasma gondii jamás se ha infectado; su cuerpo no conoce al parásito. Si la persona tiene anticuerpos IgM, significa que se ha infectado recientemente. La presencia simultánea de anticuerpos IgM e IgG indica una infección reciente pero en proceso de resolución. Por otro lado, la presencia de solamente anticuerpos IgG indica que la infección ocurrió en el pasado y en este momento no está activa. Basado en estos resultados, se determinará el tratamiento.
Recomendaciones para prevenir toxoplasmosis congénita
Lo mejor es conocer si tu área es de alto riesgo para la toxoplasmosis. Las áreas tropicales suelen ser más propensas a tener este parásito. En México, se considera que los estados del norte son relativamente seguros, mientras que los estados centrales presentan un riesgo bajo o medio, y los estados de la costa y del sur, un mayor riesgo. Si lo consideras pertinente, realiza una prueba para toxoplasmosis en tu hospital o laboratorio de confianza durante el periodo de concepción y cada trimestre del embarazo.
Aunque es un parásito que afecta a los gatos, no suelen ser la fuente de infección en la mayoría de los casos. Sin embargo, si convives con gatos, hay ciertas recomendaciones que puedes seguir:
Mantén a los gatos dentro de casa para reducir su riesgo de infección.
Las mujeres embarazadas deben evitar acercarse a las cajas de arena o a las heces de gato; es mejor que otra persona se encargue de la limpieza.
Tras convivir con tus mininos, lávate las manos.
Intenta mantener a tus gatitos fuera de tu área de descanso.
Limpiar las cajas de arena es necesario, pero no debe hacerlo una mujer embarazada, ya que puede implicar un riesgo de infección por toxoplasmosis.
La mayor fuente de infección no son los gatos, sino el agua contaminada y ciertos alimentos. Sigue estas recomendaciones para reducir tu riesgo de infección:
Lava bien todos los vegetales y frutas.
Cocina bien las carnes, especialmente las de cerdo.
No consumas carnes crudas ni curadas.
Lava bien los utensilios de cocina desde cuchillos y tablas de cortar hasta las encimeras, después de trabajar con carnes.
Bebe agua limpia y filtrada, ya que el agua contaminada es el mayor foco de infección.
Muchas playas están contaminadas; si estás embarazada, lo mejor es no sumergirte, aunque puedes andar flotando.
Mantén una buena higiene de manos: lávalas antes de cocinar, tras cocinar, y cada vez que toques el suelo o a tu mascota.
Referencias
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