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Genes y Bacterias: el Papel de la Genética en la Enfermedad de Crohn


Mujer con dolor de estómago

Las bacterias nos dan repelús y, cuando oímos hablar de ellas, solemos sentir desagrado. Es difícil evitarlo, ya que las asociamos con enfermedades y malestar. Sin embargo, también existen bacterias buenas de las que no solemos hablar, como las del yogur, las que usamos para preparar quesos y, por supuesto, las que habitan en nuestro cuerpo. De hecho, podrías considerar que tu cuerpo es más bacteria que humano, ya que tenemos alrededor de 30 billones de células humanas, pero cargamos con aproximadamente 38 billones de bacterias. Si hay un lugar lleno de bacterias, es nuestro cuerpo. No obstante, estas pequeñas amigas hacen bastante por nosotros y debemos mantener una buena relación con ellas. En esta ocasión, discutiremos la enfermedad de Crohn, una patología donde el cuerpo se pelea con las bacterias que habitan en el intestino, causando daño en lugar de protegernos. 


El sistema inmune 

La enfermedad de Crohn es una patología increíblemente compleja, ya que involucra muchos factores: las células del intestino, las bacterias intestinales, las células inmunes, la genética y el ambiente. Básicamente, se puede clasificar como una enfermedad autoinmune, en la que el cuerpo ataca sus propios tejidos. Para comprender mejor cómo ocurre, veamos cómo funciona el sistema que normalmente nos protege: el sistema inmune.


El sistema inmune se clasifica en dos tipos: innato y adaptativo. La principal diferencia entre ambos radica en la capacidad del adaptativo para “recordar” infecciones pasadas. Por ejemplo, si has tenido varicela o te has vacunado de ella, tu cuerpo no volverá a enfermar de varicela porque el sistema inmune adaptativo crea células específicas para combatirla. Sin embargo, estas células solo saben pelear contra la varicela. Por otro lado, el sistema inmune innato no “recuerda” contra lo que ha peleado, pero es capaz de combatir rápidamente todo tipo de microbio.


Mujer haciendo todo. Mujer ocupada

El sistema inmune innato puede hacer un poco de todo, pero no es tan eficiente, mientras que el sistema inmune adaptativo es lento, pero altamente específico y eficiente.


El sistema inmune innato

El sistema inmune innato es increíblemente amplio. En realidad, casi todo el cuerpo participa en él. Por ejemplo, la piel es una barrera física, que impide la entrada de microbios al cuerpo, mientras que el ácido gástrico es una barrera química donde pocos microbios pueden sobrevivir. Las lágrimas y la saliva tienen proteínas antimicrobianas. Incluso el hígado produce proteínas del sistema de complemento, que funcionan como granadas: al unirse a una bacteria la revientan. Además, todas las células cuentan con un sistema de alarma incorporado, que se activa al ser atacadas. 


Las células no ven como nosotros; en su lugar, utilizan receptores celulares que se activan cuando una molécula específica se les une. Tras milenios de evolución, nuestras células han desarrollado receptores capaces de identificar sustancias microbianas, que no se producen en el cuerpo humano. Los receptores más conocidos se llaman Toll (TLR), que pueden detectar componentes como el peptidoglicano, una parte de la pared celular bacteriana que nuestras células no poseen. También pueden detectar ARN de dos hebras, una característica de ciertos virus, ya que el ARN humano es de una sola hebra. Cuando los receptores innatos detectan algo extraño, las células producen moléculas de alarma que cumplen con dos funciones: alertar a las células vecinas para reforzar sus defensas y avisar a las células inmunes para que vengan a controlar la situación. 


Ser diferente entre muchos iguales

Las células cuentan con receptores que les indican cuando hay algo que no debería estar ahí. Usa de ejemplo estos patitos: las células no se activan con amarillo, pero si detectan morado, saben que hay un microbio malo y activan sus alarmas. 


El sistema inmune adaptativo

El sistema inmune adaptativo es muy eficaz, pero actúa lentamente. Por eso las primeras células inmunes en llegar son las del sistema innato, como los neutrófilos y macrófagos. Si estas células no logran contener la infección, entran en acción las células inmunes adaptativas, conformadas por los linfocitos T y B. Los linfocitos T son los grandes estrategas del cuerpo y deciden cómo actuar ante amenazas. Además, tienen la tarea de activar a los linfocitos B, dándoles luz verde para producir anticuerpos. Los linfocitos B activados reorganizan sus genes y forman un anticuerpo único que es capaz de combatir un único patógeno. Aunque ese anticuerpo solo sirve contra un tipo de patógeno específico, piensa en varicela, es increíblemente eficaz para detener la infección. 


La enfermedad de Crohn

La enfermedad de Crohn es un trastorno inmunológico por falta de tolerancia. El sistema inmune debe aprender a tolerar tanto las células propias del cuerpo hasta las bacterias que habitan en nosotros. Cuando no logra esta tolerancia, se desencadenan reacciones inmunes que pueden dirigirse contra células o sustancias inofensivas. Un ejemplo es la alergia, donde el sistema inmune reacciona de forma exagerada ante sustancias inocuas, como el polen. Para mantener la tolerancia, el sistema inmune cuenta con ciertos mecanismos que lo frenan. Por ejemplo, hay áreas del cuerpo a las que no puede acceder, como el ojo, el cerebro o los testículos. Otra forma de controlar al sistema inmune es con una célula especial llamada linfocito T regulador o Treg, que es capaz de desactivar a las demás células inmunes y desinflamar. 


Aún no se sabe cómo inicia la enfermedad de Crohn. Actualmente, se han reconocido más de 200 genes y proteínas asociadas con esta enfermedad, siendo la mutación más común la de la proteína NOD, que forma parte del sistema inmune innato. Se cree que la enfermedad de Crohn comienza cuando este sistema falla, lo que provoca que las células del intestino distingan correctamente entre bacterias buenas y malas. Además, el sistema inmune adaptativo también presenta mutaciones genéticas e inicia ataques contra todas las bacterias que habitan en el intestino. Finalmente, los linfocitos Treg, encargados de la tolerancia, no logran detener el ataque. Con el tiempo, estas anomalías genéticas e inmunes provocan que el sistema inmune ataque tanto a bacterias como al tejido del sistema digestivo.


Imagen borrosa de un aeropuerto

​​La enfermedad de Crohn tiene múltiples causas. Sin embargo, una hipótesis indica que se inicia cuando las células del intestino no pueden identificar correctamente una amenaza y confunden una bacteria beneficiosa con una dañina.


Síntomas de la enfermedad de Crohn 

La enfermedad de Crohn puede iniciar de manera sutil y no ser diagnosticada de inmediato, especialmente si no hay historia familiar. Los síntomas comunes suelen ser poco específicos y se asocian al malestar general:

  • Náusea

  • Vómito 

  • Dolor abdominal

  • Diarrea

Sin embargo, la enfermedad tiene manifestaciones más graves:

  • Sangrado intestinal.

  • Parálisis intestinal.

  • Ruptura del intestino y sepsis por bacterias traslocadas al interior del cuerpo.

  • Anemia por incapacidad de absorber nutrientes en el intestino. 

  • Colelitiasis o piedras en la vesícula.

  • Daño en el hígado. 

  • Pancreatitis.

  • Pericarditis, inflamación alrededor del corazón. 

  • Trombosis.

  • Cáncer vesicular.

  • Aparición de otras enfermedades reumáticas.


Piso empedrado

El patrón empedrado es un indicio de enfermedad de Crohn. Ocurre cuando lesiones levantadas parecen empedrar partes del intestino.  


Diagnóstico genético 

El diagnóstico de la enfermedad de Crohn se realiza a través de un examen médico general y análisis de sangre. Una vez que se sospecha la enfermedad, se llevan a cabo pruebas de imagen, como radiografías y tomografías, que permiten detectar posibles alteraciones en el intestino. El diagnóstico más preciso se obtiene mediante una endoscopía, que permite observar zonas inflamadas y sanas, así como identificar el patrón en empedrado, una característica de la enfermedad en la que múltiples úlceras intestinales crecen juntas, creando la apariencia de un camino empedrado."

Actualmente, no existe un diagnóstico genético definitivo para la enfermedad de Crohn. Sin embargo, la genética está cobrando cada vez más relevancia en la selección de tratamientos, la elaboración de pronósticos, el diagnóstico diferencial y el manejo del paciente. La secuenciación del exoma, un estudio que analiza todos los genes, permite identificar las diversas mutaciones asociadas a la enfermedad de Crohn. Este análisis también permite diferenciar esta patología de una enfermedad similar, la colitis ulcerativa, ya que hay mutaciones específicas de la enfermedad de Crohn. No obstante, la mayor utilidad de una prueba genética radica en la selección de tratamientos personalizados y en el cuidado del paciente.


Según los genes afectados, es posible seleccionar el tratamiento más adecuado, ya que diferentes mutaciones responden mejor a distintos enfoques terapéuticos. Además, se pueden predecir posibles complicaciones, lo que permite al personal médico y al paciente actuar de manera preventiva, ya que cada mutación se asocia con diferentes grados de gravedad. Asimismo, la genética puede ser útil para evaluar dietas. Por ejemplo, se ha visto que ciertas mutaciones en el gen FOXO3 pueden agravar la enfermedad con ciertos alimentos. Insight, la línea de enfermedades raras de Nanolab ofrece el servicio de secuenciación del exoma para identificar las mutaciones presentes, lo que permite al gastroenterólogo y al genetista diseñar un tratamiento personalizado para pacientes con enfermedad de Crohn.


Mujer tomando decisiones

Existen múltiples tratamientos para la enfermedad de Crohn. Los estudios genéticos ayudan a seleccionar el más acertado, dependiendo de las mutaciones identificadas.



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