Zumban en primavera, saltando de flor en flor, las regordetas y pequeñas abejas. Las abejas son animales que a varios les desagradan; después de todo pican y seamos sinceros, nadie disfruta del zumbido junto al oído. Hay más de uno que puede tener apifobia o melisofobia, ambas palabras para referirse al miedo a las abejas, dependiendo si prefieres el latín apis o el griego melissa, ambas significando abeja. Aunque varios no disfrutan de tener a las abejas cerca, este insecto está altamente posicionado en la escala socio zoológica. Incluso dentro del reino animal, el humano tiene rangos o clases para cada animal. La escala socio ecológica evalúa cómo percibimos a los animales, qué valor les damos, cómo los tratamos y qué tanto nos importan. Por ejemplo, un animal alto en la escala socio zoológica, es el perro. Las abejas, aun siendo insectos, los cuales suelen estar bajos en esta escala, están en una posición alta. Aunque son considerados animales que pueden ser peligrosos, la mayoría de la gente considera que son animales “cool” o interesantes y que merecen ser cuidados y protegidos. Puedes ver más de las percepciones hacia la abeja en el artículo 1. Las abejas merecen ser cuidadas porque son una parte fundamental del ecosistema, la vida vegetal y por ende, la vida animal. No obstante, nuestro tema central no es el ecosistema (aunque es muy importante) sino la miel. Para conmemorar el Día de las abejas, celebrado el 20 de agosto (hay otro en mayo que es internacional), hablemos de la miel en la salud, especialmente en la piel, ya que la miel se utiliza ampliamente como cosmético y guarda más de un secreto en la salud de la piel.
La miel es de los nutracéuticos (alimento o ingrediente de los alimentos que ejerce acción benéfica en la salud) y podría decirse cosmético o medicamento que más tiempo se ha usado y consumido. Desde hace 8000 años, en la edad de piedra, el humano ha utilizado la miel. Esta dulce sustancia es simple y a la vez increíblemente compleja. Muchos la han mal definido como agua y azúcar, pero la realidad es que este dorado compuesto contiene un gran número de moléculas, 181 para ser más exactos; entre estos “ingredientes” se encuentran micronutrientes, flavonoides, algunos ácidos, enzimas y péptidos. Incluso tiene propiedades antimicrobianas pudiendo inhibir el crecimiento de bacterias; sin duda la miel es increíble. Por sus peculiares características, hay investigación sobre esta sustancia en los campos de la medicina.
La miel y la piel
La miel es tal vez de los antibióticos más antiguos que existen, venciendo a la penicilina en antigüedad. Se ha usado por más de 8 mil años para cubrir heridas y evitar que se infecten. La miel obtiene su capacidad antimicrobiana, principalmente, por la enzima glucosa oxidasa, que usando glucosa forma peróxido de hidrógeno, un tóxico para las bacterias. Dos compuestos, llamados pinocembrina y lisozima, le dan a la miel otra arma de combate, esta vez en contra de hongos, ya que ambos compuestos son antifúngicos. Así mismo, la miel es una sustancia, que aunque no sepa, es ácida. Su habilidad de cambiar el pH es otra de las formas en las que la miel impide el crecimiento de bacterias. Otra gran noticia en lo que se refiere a la miel y su capacidad antimicrobiana, es que a diferencia de medicamentos como la penicilina o un macrólido o una cefalosporina, la miel no genera resistencia antimicrobiana, por lo que se puede usar continuamente. La miel tiene la capacidad de molestar e inhibir el crecimiento de alrededor de 42 microorganismos identificados. A continuación, te doy algunos ejemplos de microorganismos, que tal vez conozcas, donde se sabe que la miel inhibe su crecimiento.
Streptococcus Pneumoniae: La bacteria que da neumonías, sobre todo en niños y personas de la tercera edad.
Trichophyton: Es un género de hongos que dan el famoso pie de atleta y la tiña.
Mycobacterium tuberculosis: La bacteria que causa la tuberculosis.
E. Coli: La bacteria que arruina viajes y causa diarreas.
Helicobacter pylori: La bacteria que causa gastritis y úlceras.
Cándida albicans: Un hongo que vive en nuestro cuerpo, pero a veces se sale de control y causa infecciones en la boca y en la vagina.
Salmonella: Bacterias que pueden dar un buen dolor de panza y una diarrea fuerte.
Streptococcus pyogenes: Si alguna vez tuviste de niño la garganta dolorida, infectada y blanca por pus, seguramente fue esta pequeña bacteria la culpable. Se le conoce también como la enfermedad come carne, su nombre más mediático.
Estas son algunas de las bacterias que sufren cuando hay miel cerca. Ahora, que la miel inhibe su crecimiento y ayude a eliminarlas no significa que la dulce miel sea mágica y cure todo al 100%. Lo mejor con una infección fuerte siempre es ir al doctor y tomar lo que nos receten. Sin embargo, para heridas y dolores de garganta e incluso algún dolor de panza o diarrea leve, siempre puedes probar usar miel.
Este viscoso líquido ayuda a inhibir el crecimiento de bacterias, por lo que se ha usado como antibiótico por siglos.
Otra maravilla que logra la miel en las heridas, no sólo es que inhibe el crecimiento de microorganismos, sino que ayuda a cicatrizar. Poner miel sobre una herida causa que la cicatriz sea menor. Existen 2 formas de cicatrización, llamadas primera intención y segunda intención. Las de primera intención son cuando la herida es pequeña y se pierde poco tejido. Este tipo de cicatrización en realidad no deja una cicatriz. La cicatrización de segunda intención si deja marca porque se pierde tanto tejido que el cuerpo no logra rellenar y reestructurar la herida, así que el colágeno se jala y por eso hay una marca. La miel parece ayudar en ambas formas de cicatrización, y en las de segunda intención, genera que la cicatriz sea más pequeña. ¿Cómo lo logra la miel? No se sabe del todo, pero hay varias hipótesis. Una es que rellena de forma no adhesiva el lugar donde faltan células y esto ayuda a conservar la arquitectura del tejido. Otra forma en la que ayuda es que parece acelerar la regeneración celular, así que las células se regeneran más rápido y cierran antes la herida, esto por cambios en los niveles de calcio. Finalmente, otra forma en la que ayuda a cicatrizar es que la miel contiene una gran cantidad de nutrientes como minerales, azúcares, un poco de vitaminas B y un poco de proteína.
La piel es parte de nuestro sistema inmune, ya que es una mega barrera que separa nuestro interior del exterior. Uno de los peores accidentes que le pueden ocurrir a la piel es quemarse. En primer lugar, duele mucho, pero dos grandes problemas son que al perderse la piel se pierde agua y la barrera que nos protege. Sin la barrera de la piel, los microorganismos pueden entrar campantes a nuestro interior. Dado que se pierde agua, una quemadura puede causar deshidratación. La miel vuelve a ser un maravilloso compuesto para cubrir quemaduras. En primer lugar, parece disminuir el dolor y refrescar. En segundo lugar, la miel viscosa ayuda a que no se pierda tanta agua. Finalmente, como ayuda a cicatrizar, acelera el proceso de curación de una herida.
Aquí puedes ver la cicatrización de primera intención, donde no queda cicatriz. En la cicatrización de segunda intención, se pierde mucho más tejido y la zona más rosa, la parte de tejido conectivo de la piel, no logra recuperar del todo su forma.
¿Puede ser la miel un protector solar? La respuesta es aparentemente sí. La luz UV del sol es nociva para las células porque les daña su ADN. Existen 3 categorías de rayos UV: UVA, UVB y UVC. El UVB es el que nos preocupa por ser el más dañino para nuestras células. Los rayos UVB hacen que las células envejezcan más rápido porque generan un aumento de especies reactivas de oxígeno, que oxidan a las células, dañan sus componentes y maltratan el ADN. La luz UV también genera que la matriz extracelular, lo que le da tensión a la piel y hace que se vea sin arrugas y joven, se dañe, ya que no se puede hacer bien el colágeno y se activan enzimas (metaloproteinasas) que degradan al tejido conectivo. Así mismo, el ADN es frágil ante los rayos UV, la radiación UV causa que el ADN cambie un poco de forma y se dañe. Con suficiente daño en el ADN, la célula no es capaz de arreglar el problema y se genera una mutación. Una mutación puede ser el inicio de un cáncer de piel. La miel es capaz de arreglar el problema de la oxidación, ya que contiene unos compuestos llamados flavonoides que son antioxidantes y remueven especies reactivas de oxígeno para impedir que dañen estructuras celulares. La miel también protege al ADN gracias a un compuesto llamado crisina, que es un tipo de flavonoide. La miel también tiene efectos antimutagénicos, puesto que impide que la luz UV dañe al ADN. La miel disminuye significativamente el envejecimiento celular, no sólo por proteger al ADN, sino porque hace que las metaloproteasas se produzcan en menor cantidad. ¿Es la miel lo mejor para protegerte del sol? Posiblemente, no sea lo más cómodo porque es pegajoso y no es un protector solar hecho específicamente para proteger contra los rayos UV, pero tiene cierta función protectora.
Un poco de miel puede proteger a tus células del daño solar.
Seguramente habrás visto que la miel no sólo es un alimento delicioso, sino una sustancia con bastantes propiedades curativas y protectoras. Ha sido usada por siglos y por buena razón. La miel es antimicrobiana, pero no sólo elimina e inhibe el crecimiento de bacterias, sino también de hongos. Este líquido dorado también ayuda a cicatrizar, asegurándose de que la piel mejore su proceso de regeneración, causando así, cicatrices de menor tamaño. Igualmente, ayuda a proteger y aliviar quemaduras, similar a la forma en la que apoya a la cicatrización. Tal vez su propiedad más peculiar es que protege de los daños de los rayos UV, protegiendo el ADN de las células y manteniendo a la piel joven y hermosa. Así que tal vez, una untada de miel de vez en vez no sea malo.
Referencias
Schönfelder ML, Bogner FX. Individual perception of bees: Between perceived danger and willingness to protect. PLoS One. 2017 Jun 29;12(6):e0180168. doi: 10.1371/journal.pone.0180168. PMID: 28662124; PMCID: PMC5491143.
Ajibola, A., Chamunorwa, J. P., & Erlwanger, K. H. (2012). Nutraceutical values of natural honey and its contribution to human health and wealth. Nutrition & metabolism, 9, 61. https://doi.org/10.1186/1743-7075-9-61
Kurek-Górecka A, Górecki M, Rzepecka-Stojko A, Balwierz R, Stojko J. Bee Products in Dermatology and Skin Care. Molecules. 2020 Jan 28;25(3):556. doi: 10.3390/molecules25030556. PMID: 32012913; PMCID: PMC7036894.
Eteraf-Oskouei, T., & Najafi, M. (2013). Traditional and modern uses of natural honey in human diseases: a review. Iranian journal of basic medical sciences, 16(6), 731–742.
Karapetsas, A., Voulgaridou, G. P., Iliadi, D., Tsochantaridis, I., Michail, P., Kynigopoulos, S., Lambropoulou, M., Stavropoulou, M. I., Stathopoulou, K., Karabournioti, S., Aligiannis, N., Gardikis, K., Galanis, A., Panayiotidis, M. I., & Pappa, A. (2020). Honey Extracts Exhibit Cytoprotective Properties against UVB-Induced Photodamage in Human Experimental Skin Models. Antioxidants (Basel, Switzerland), 9(7), 566. https://doi.org/10.3390/antiox9070566
Comments