Actualizado 1 de enero 2024
Los antibióticos son de los medicamentos más importantes que existen, ya que ayudan a combatir una gran gama de enfermedades. Antes del siglo XX, las infecciones eran de las causas de mortalidad más relevantes, incluso en el mundo industrializado. La expectativa de vida era baja, para ponerlo en perspectiva, hace casi 100 años, en 1930, en México, la expectativa de vida era de 34 años. Hoy en día es de 75 años. En el siglo XIX y principios del siglo XX, las infecciones azotaban al mundo; difteria, varicela, gonorrea, tuberculosis, fiebre escarlata, cólera, neumonía, sífilis y muchas más enfermedades infecciosas ahogaban al mundo en padecimientos. No obstante, esos tiempos están atrás gracias al descubrimiento de los antibióticos. Para celebrar a estos medicamentos que nos han sacado de tantos apuros, vale la pena repasar un poco de historia y de los peligros que acechan si no los utilizamos correctamente. Aunque hoy son un tesoro, si no los usamos con precaución, en el futuro podrían volverse inútiles e imagina regresar a los tiempos donde la esperanza de vida era de 34 años por enfermedades infecciosas. Descubramos el peligro del uso indiscriminado de antibióticos.
¿Qué son los antibióticos y cómo dimos con ellos?
Te sorprenderá saber que los antibióticos son sustancias únicas producidas por las mismas bacterias y hongos. Estas moléculas son una ventaja evolutiva que ayuda a las bacterias y hongos a sobrevivir y competir por recursos. Si eres una bacteria, no quieres que otra bacteria te gane el lugar, lo que deseas es sobrevivir. Por ello, estos microbios producen sustancias antimicrobianas que eliminan a la competencia. Todo sea por ganar en esta vida. Aunque los antibióticos los descubrimos e industrializamos en el siglo XX, es bastante curioso saber que las culturas antiguas conocían propiedades antimicrobianas de varios hongos. Por ejemplo, los egipcios inoculaban las heridas con pan mohoso para evitar que se infectaran y en varios casos esto funcionaba, ya que los hongos producen sustancias antimicrobianas. Eso no significa que decidas producir tu propio medicamento con pan mohoso, mejor elige los probados por laboratorios.
Durante septiembre de 1928 el mundo de la medicina y la vida en general estaban por cambiar cuando Alexander Fleming regresó de unas vacaciones a su laboratorio en el hospital de Santa María (St. Mary's Hospital) en Londres. Mientras analizaba cultivos de unas bacterias llamadas estafilococos, una de las bacterias más comunes y las causantes de abscesos, forúnculos e infecciones de garganta, que había dejado antes de irse de vacaciones, encontró algo inusual. Uno de sus cultivos estuvo cerca de la ventana y se contaminó con un moho. Para su sorpresa, este moho había matado las bacterias de su cultivo. Interesado por el efecto del moho en las bacterias, investigó al hongo. Pronto identificó que el moho que las había eliminado era una penicillium notatum, un hongo de la familia de las penicilinas. El científico fue más allá y descubrió que no era el hongo per se el que mataba a las bacterias, sino algo que éste secretaba. Al nuevo compuesto lo llamo jugo de moho. Fleming, posteriormente, descubrió que este compuesto era capaz de eliminar a un gran número de bacterias al inhibir su crecimiento. A partir de ese momento empezó una nueva era, la era de los antibióticos.
Los antibióticos cambiaron al mundo. La expectativa de vida pasó de ser de 40 a casi 80 años. Las enfermedades que lideraban las causas de muerte cambiaron. Dejaron de ser causas infecciosas para volverse enfermedades no comunicables, como los infartos, la diabetes y el cáncer. La población de la tercera edad pasó de ser el 4% al 13% de la población mundial. Las infecciones, aunque siguen ocurriendo, pasaron a ser un problema para sólo ciertos grupos de la población, como los pacientes con cáncer, diabetes, inmunodeprimidos y pacientes de cirugías. Sin embargo, nuestro uso despreocupado de estos medicamentos nos trajo nuevos problemas. Ya decía Charles Darwin que no es la especie más fuerte la que sobrevive, sino la que tiene capacidad de adaptarse. Miles de especies de bacterias, hongos, parásitos y virus no estaban dispuestos a ser eliminados de la vida, evolucionaron y aprendieron a escabullirse de los antibióticos que tanto empleamos. Nuestro descubrimiento y uso indiscriminado de antibióticos llevó a la creación de microbios resistentes a antibióticos.
Microbios resistentes a antibióticos
Un patógeno resistente a antibióticos es aquel que en un principio era eliminado por un antibiótico específico, pero gracias a ciertos cambios y mutaciones genéticas ese mismo antibiótico ya no le perjudica. La resistencia a antibióticos ocurre sobre todo en las bacterias. Los organismos resistentes a antibióticos son difíciles de tratar porque los medicamentos comunes no les hacen nada y para tratarlos se necesitan dosis más altas o medicamentos más tóxicos. Las infecciones resistentes se han vuelto un grave problema de salud. Se estima que 23 000 personas mueren a causa de estas infecciones resistentes solamente en Estados Unidos. Algunos expertos advierten que estamos camino a regresar a la era de pre antibióticos, donde la vida media era de 34 años. La culpa no es de las bacterias, sino de nosotros por no tener cuidado y subestimar a los bichitos. La realidad es que los microbios no se dejan vencer fácilmente y han desarrollado muchas formas para evitar ser destruidos. Desde producir proteínas defensivas que destruyen al antibiótico, hasta cambiar su forma para que el antibiótico no se les pueda unir.
Nosotros, los humanos, tenemos gran parte de la culpa de la creación de microbios resistentes porque hemos causado que los patógenos evolucionen. Uno de los principales problemas es que utilizamos demasiado a los antibióticos y eso ocasiona que eliminemos a las bacterias sensibles, pero dejamos vivas a las resistentes, así que ahora las resistentes pueden multiplicarse sin nada de competencia. También nuestro sobreúso causa que haya una presión evolutiva y las bacterias muten. Basta con que una bacteria mute, para que empiece a hacer una legión de bacterias mutadas insensibles a los medicamentos. Otro problema es que empleamos medicamentos cuando no los necesitamos. ¿Cuántas veces no has tenido un resfriado y has usado medicamentos, o te has sentido mal del estómago y decides tomar medicamentos, o bien, ves a tu niño enfermo y en lugar de esperar le das medicamentos? La realidad es que las personas ya no confían en su sistema inmune o no están dispuestas a tolerar un poco de malestar y deciden consumir antibióticos. Sin duda, los antibióticos tienen su lugar, no vas a esperar a estar a un paso de la muerte por una infección, pero tomar medicamentos sin indicación médica y el sobreúso, al final termina siendo todo un problema, ya que creamos microbios resistentes. Por ejemplo, tal vez conoces la amantadina, que se encuentra en muchos medicamentos para el resfriado. Te contaré un secreto farmacológico, hace tiempo se utilizaba para los virus de influenza, pero hoy casi ninguno es sensible a la amantadina, por lo que ya ni siquiera se emplea para tratar esas infecciones, pero la gente lo sigue tomando.
Otro problema relacionado es que usamos los medicamentos incorrectos. No es lo mismo un virus que una bacteria, que un hongo, que un parásito. Cada uno tiene sus antibióticos porque son seres muy diferentes. Si tomas antibióticos sin saber bien qué causa la enfermedad, puede que ni siquiera hayas elegido el medicamento correcto y ayudes a crear microbios resistentes. Esto no solamente es un problema de automedicarse, los médicos muchas veces recetan antibióticos incorrectamente. Se calcula que el 30% de los antibióticos recetados no son necesarios, por lo que se recetan erróneamente. Esto sobre todo es un problema para las infecciones respiratorias, ya que el 50% de los antibióticos recetados para una infección respiratoria no son correctos. La mayoría de las infecciones respiratorias las causan los virus sobre todo el rhinovirus y, aunque no lo creas, no existe ningún medicamento para el rhinovirus. En realidad, sólo existe un medicamento para la influenza, todos los demás virus respiratorios no tienen un antibiótico específico. Así que las automedicaciones y el incorrecto uso de antibióticos nos han traído el problema de los microorganismos resistentes. Finalmente, existe un último problema, que es no cumplir con los días necesarios de medicamento. ¿Cuántas veces no has dejado un medicamento porque ya te sientes mejor? Esto es un problema porque las bacterias que sobreviven, tal vez, no te causan ya un malestar, pero ahora conocen el antibiótico, así que evolucionan para volverse bacterias resistentes.
Sin embargo, aún hay más. No toda la culpa recae únicamente en doctores y pacientes. La agricultura también utiliza una cantidad extrema de antibióticos para proteger a las plantas. Tal vez una bacteria de tomate a nosotros no nos haga nada, pero al tomate lo destruye. Se encontró que puedes emplear medicamentos para proteger a las plantas de infecciones. El problema es que al comer el tomate, también te consumes el antibiótico. No solamente eso, todos los medicamentos que se utilizan en la agricultura terminan en la biosfera y contaminan los ríos, la tierra y al final crean bacterias superresistentes. De igual manera, la ganadería y los animales de consumo humano tienen antibióticos. Se estima que 90% de los antibióticos que se usan en animales de granja, terminan en la orina y heces de éstos, contaminando así el agua y la tierra. La acuicultura no es diferente, también se utilizan antibióticos en ese sector para proteger a los peces, pero terminamos llenando el agua de medicamentos. Ahora toda nuestra biosfera está llena de antibióticos, desde nuestros ríos y lagos, de donde proviene nuestra agua potable, hasta la tierra donde crecen nuestras frutas y verduras. Todo esto ha permitido que las bacterias se adelanten, muten y se vuelvan resistentes a los antibióticos.
¿Qué puedes hacer para combatir la resistencia a antibióticos?
Vacúnate, no necesitas antibióticos para enfermedades que tu cuerpo puede destruir con ayuda de una vacuna.
Lava bien tus manos para evitar infecciones.
Lava tus frutas y verduras, no sólo para evitar infecciones, sino para quitar antibióticos que puedan estar sobre ellas.
No te automediques. No sabes a ciencia cierta si el medicamento que estás usando es el correcto.
No compartas medicamentos. Cada enfermedad tiene su medicamento indicado y si no eres médico, mejor no compartas medicamentos.
No pidas medicamentos para cualquier resfriado, muchas veces no son necesarios. Confía en tu sistema inmune y en tu médico. Si dijo que no necesitas antibióticos, es muy probable que sea verdad.
Siempre asegúrate, junto con tu médico, que es el medicamento correcto, los días necesarios y la dosis exacta.
No dejes incompletas las pautas de medicamento. Si el médico dice 7 días, úsalo los 7 días, aunque te empieces a sentir mejor.
Hay cosas que se salen de nuestro control, como los antibióticos en la agricultura, ganadería y acuicultura, pero siempre sirve informarse y abogar por el desuso de medicamentos innecesarios en estos sectores.
Referencias
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