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Virus de Epstein-Barr: De la Enfermedad del Beso al Riesgo de Cáncer


Mujer joven y guapa mandando un beso

¿Puede un simple beso causar cáncer? No, en realidad no, pero ya que estás aquí, te contaré sobre el virus de Epstein-Barr, que causa la conocida enfermedad del beso, y su asociación con el cáncer. Este virus es uno de los más complejos que existen. Está increíblemente adaptado a nuestro cuerpo y eliminarlo es virtualmente imposible. Este virus tiene una fuerte asociación con distintos tipos de cáncer, especialmente los linfomas y el cáncer nasofaríngeo. ¿Esto es motivo para alarmarse y negar toda pasión? Tampoco. En primer lugar, si puedes leer esto, ya debes estar contagiada, ya que el 95% de la población mundial lo está. En segundo lugar, aunque es un virus que puede causar cáncer, esto no es lo más frecuente. Aun así, adéntrate en este blog y descubre a este microorganismo besucón, sus habilidades cancerígenas y qué puedes hacer para evitarlas. 


Herpesvirus 

El virus de Epstein-Barr pertenece a la familia de los herpesvirus, que cuenta con ocho integrantes. De manera simple, los herpesvirus se dividen por número. Los herpesvirus 1 y 2 son los que causan los “fuegos” en los labios. Poéticamente, los infectólogos los describen como “lesión de rocío sobre pétalo de rosa” debido a la ampolla blanquecina que se forma sobre la lesión roja y costrosa. Aunque suele afectar a los labios, puede afectar a todo el cuerpo. El herpesvirus 3 causa varicela y suele presentarse en la niñez. El herpesvirus 4 es el virus de Epstein-Barr, y hablaremos de él con mayor profundidad próximamente. El herpesvirus 5 se llama citomegalovirus. Suele considerarse una infección de transmisión sexual, pero puede transmitirse a través de la saliva, orina, heces, leche materna, líquido amniótico e incluso las lágrimas, y casi el 80% de la población se contagia con él. En sujetos sanos, no suele causar mucho más que un buen dolor de garganta, aunque en recién nacidos sí es peligroso. Los herpesvirus 6 y 7 son similares y causan roséola (no confundir con rubéola), una enfermedad de la infancia en la que un preescolar presenta fiebre y sarpullido durante unos tres días. El herpesvirus 8 puede causar un tipo particular de cáncer de piel llamado sarcoma de Kaposi.


Niño con sarampión

La roséola causa sarpullido y fiebre durante tres días. Para identificarla, es mejor acudir al médico, ya que puede parecerse a otras enfermedades más graves, como el sarampión.


El virus de Epstein Barr

Todos los herpesvirus humanos están increíblemente adaptados a nosotros. No son curables, sino que se activan y desactivan cada cierto tiempo. Al periodo en el que se “duerme” lo llamamos periodo de latencia. Nuestro sistema inmune suele mantenerlos a raya, pero si el virus detecta debilidad en el sistema inmune, aprovecha para reactivarse. Cada uno de estos virus se esconde dentro de distintas células. Los primeros tres herpesvirus suelen esconderse en las neuronas. El virus de Epstein-Barr y su primo, el herpesvirus 8, se esconden en los linfocitos B, las células inmunes que producen anticuerpos. Los restantes se ocultan en los linfocitos T, que son los comandantes del sistema inmune


Casi todas las personas tienen el virus de Epstein-Barr; alrededor del 95% del mundo está contagiado. Este virus se transmite por medio de la saliva. Los niños pequeños suelen infectarse por los padres, ya que pueden contagiarse al compartir un vaso, un cubierto o un alimento. En la adolescencia, cuando comienza la vida romántica, un beso en los labios es la forma más común de infectarse, razón por la cual se le llama la enfermedad del beso. La mayoría no presenta síntomas, pero a veces un sistema inmune novato monta una respuesta excesiva, causando lo que se conoce como mononucleosis. Los síntomas incluyen fatiga, ganglios linfáticos agrandados, dolor de garganta intenso acompañado de pus, y agrandamiento del bazo e hígado, denominada hepatoesplenomegalia. Aunque alguien con mononucleosis se la pasa fatal, no es una enfermedad peligrosa.


Hija y madre compartiendo un alimento

Casi todos se contagian con el virus de Epstein-Barr en la infancia o adolescencia por compartir alimentos, utensilios o un beso.


El virus de Epstein-Barr y el sistema inmune

Una vez que el virus entra al cuerpo, busca a algún linfocito B y lo convierte en suyo. El virus se introduce en la célula y ahí se queda dormido, pero no significa que esté desprotegido. Este inteligente microorganismo ha aprendido a pasar desapercibido y a engañar al sistema inmune. Dentro del linfocito B, el virus une su ADN al nuestro. Esto lo logra gracias a un gen y proteína llamada EBNA1. A partir de ese momento, ese bicho es parte nuestra. Sin embargo, eso no es sorprendente. Cualquier virus puede introducir su ADN al nuestro; después de todo, son parásitos que necesitan de las maquinarias de nuestras células para reproducirse. Lo impresionante es su capacidad de engañar. 


Las células infectadas son buenas soldados, dispuestas a hacer el mayor sacrificio por ti. Cuando una célula es infectada, avisa al sistema inmune para ser asesinada; es preferible la muerte de una célula que arriesgar a todas. Sin embargo, el virus de Epstein-Barr es astuto: logra engañar al sistema inmune y presentar a la célula infectada como una célula sana. Es un virus con mil trucos de evasión.


El virus puede producir vIL10, una copia de IL10, una molécula que nosotros producimos para regular al sistema inmune y evitar que nos dañe por error. Además, puede interrumpir la comunicación de la célula infectada con el resto del sistema inmune, evitando así que un linfocito B infectado muestre señales de infección. También elimina proteínas de adhesión celular, evitando que las células inmunes se sostengan de ellas para matar a la célula infectada. Además, puede eliminar receptores celulares necesarios para la activación de los mecanismos de defensa de la propia célula. Por si fuera poco, puede manipular proteínas internas para “cegar” a la célula y no se dé cuenta de que está infectada. Este virus es tan astuto que puede activar genes antivirales y hacer parecer que la célula infectada está luchando de tu lado, pero es como el caballo de Troya, ya que dentro sigue reproduciéndose. Al final, el sistema inmune no detecta al virus, si se acerca se apaga y si logra llegar a la célula infectada no puede matarla. Aunque todo esto suena mortal, no te espantes, el 95% de la población está contagiada y no muere por él. El sistema inmune también ha aprendido y puede mantener al virus controlado; es parte de coevolucionar juntos: el virus aprende de nosotros y nosotros de él. 


Niño jugando escondidillas

Este virus se esconde muy bien del sistema inmune.


El virus de Epstein-Barr y el cáncer

¿Por qué causa cáncer el virus de Epstein-Barr? El virus tiene la capacidad de transformar linfocitos B infectados en células inmortales mediante la producción de oncoproteínas y la desactivación de genes supresores de tumores. Como mencionamos anteriormente, EBNA1 une el ADN del virus al nuestro. EBNA2 se infiltra en los sistemas de reproducción celular y promueve la división celular. EBNA3 elimina a genes supresores de tumores, lo que permite que las células infectadas salten puntos de seguridad al dividirse. Normalmente, cada célula pasa por puntos de control para prevenir la formación de células malignas. Las proteínas encargadas de vigilar la salud del ADN se conocen como CDKN. El virus de Epstein-Barr elimina ciertas proteínas CDKN para que la célula infectada se reproduzca sin vigilancia. LMP1 y LMP2 son proteínas que evitan que la célula infectada se suicide; imagina hacer tanto para evitar que el sistema inmune te elimine, solo para que la misma célula infectada se autodestruya. Todo esto permite la reproducción descontrolada, pero no causa cáncer directamente, sino que cada vez que la célula se divide, hay un mayor riesgo de una mutación y malignidad, ya que se eliminan mecanismos de protección que aseguran que una célula no mute. 


Cabe mencionar que el virus no busca causar cáncer. Su objetivo es tener hijos. Cada vez que un linfocito se divide, le pasa una copia del ADN viral a su hija. Al virus de Epstein-Barr no le conviene causar cáncer o matarte, eso sería perder su fábrica de nuevos virus. Por ello, es un parásito eficiente: llama poco la atención, no roba demasiados recursos, no causa malestar y se puede pasar toda tu vida reproduciéndose dentro de ti. Los cánceres asociados al virus de Epstein-Barr suelen desarrollarse en personas inmunodeprimidas, ya que su sistema inmune no puede mantener controlado al virus.


Hombre de negocios

El virus de Epstein-Barr no quiere matarte, tú eres su mina de oro, pero si el sistema inmune falla, puede causar cáncer.



La inmunosupresión y el cáncer

Aunque las células tienen mecanismos de protección contra el cáncer, no siempre son suficientes. Además de combatir microorganismos, el sistema inmune también se defiende contra las células que pasan al lado oscuro. Una célula cancerígena no es igual a las demás y el sistema inmune lo reconoce, por lo tanto, la elimina. Si el sistema inmune no está sano, no pelea de manera eficiente. Las personas inmunodeprimidas, además de sufrir más infecciones, son más propensas a desarrollar cáncer. Existen diferentes inmunosupresiones: adquiridas (secundarias) y congénitas (primarias). Las inmunodeficiencias congénitas son aquellas donde se heredan genes que no permiten que el sistema inmune trabaje de manera normal. No obstante, la mayoría de las inmunodeficiencias son adquiridas


La inmunodeficiencia secundaria más frecuente es el SIDA. Es importante mencionar que no es el VIH, sino el SIDA. El VIH es un virus que infecta y elimina los linfocitos TCD4, los generales del cuerpo cuya tarea es dirigir al sistema inmune. Sin embargo, con tratamiento adecuado, el VIH no logra bajar los niveles de linfocitos TCD4 lo suficiente para causar inmunosupresión. Cuando el VIH no se atiende, el virus elimina la mayoría de los linfocitos TCD4 y causa el SIDA, que es el síndrome de inmunodeficiencia adquirida. En este caso, sí hay una inmunodeficiencia. Por ello, es vital que las personas con VIH se atiendan y reciban tratamiento, no solo para evitar infecciones, sino cáncer


La segunda causa de inmunodeficiencia secundaria más frecuente es la desnutrición, que, aunque no lo creas, no es tan rara. El sistema inmune es caro de mantener, ya que requiere mucha energía y recursos. Cuando el sistema inmune se activa, crea miles de clones para pelear, lo cual conlleva un alto gasto energético. En el extremo contrario, la obesidad también causa inmunosupresión, aunque no tan grave. Otras causas de inmunodepresión son fármacos, ciertas infecciones, esteroides y los trasplantes, ya que se usan glucocorticoides, que son medicamentos que frenan al sistema inmune para evitar que ataquen al nuevo órgano. 

Gente con VIH

El VIH puede provocar estigma, pero es crucial tratarlo inmediatamente para prevenir el desarrollo del SIDA, que puede tener graves consecuencias para la salud


¿Qué puedo hacer?

Evitar al virus de Epstein-Barr es prácticamente imposible, pero mantener un sistema inmune saludable es fundamental para protegerse. Una dieta balanceada y saludable juega un papel crucial. Es esencial que las personas que consumen esteroides y glucocorticoides reciban supervisión médica adecuada. Practicar buenas prácticas de salud sexual es fundamental para prevenir el VIH. En caso de una actividad sexual de riesgo, es crucial buscar atención médica de inmediato para recibir el tratamiento PEP, que reduce el riesgo de contraer el virus. No esperes, ya que este tratamiento sólo puede administrarse dentro de las primeras 72 horas tras la exposición al VIH. Para los que realizan una actividad sexual de riesgo, existe el tratamiento profiláctico llamado PREP, un conjunto de medicamentos que disminuyen significativamente el riesgo de contraer VIH durante una actividad de riesgo. En el caso de cáncer, Trueonco realiza análisis genéticos para cánceres esporádicos. Estos estudios permiten identificar las mutaciones presentes en un tumor, lo que facilita diagnósticos claros, tratamientos personalizados y pronósticos más precisos.   

 


Referencias 


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